Japón pasó de paria a gran potencia mundial. Y más allá de Alemania, sorprendió al mundo porque fue la primera potencia asiática en mirar de frente a Occidente, e incluso a ser admirada universalmente.
La charla enfatiza la idea de temeridad para entender ese auge japones: los japoneses y sus empresas hicieron varios saltos al vacío ayudados por una conciencia de estar todos implicados en un mismo objetivo y sobre todo en saber que los otros, empresarios, obreros o burócratas, no se quedarían detrás. Fue una temeridad basada en el optimismo sobre el futuro compartido que hizo a muchos, por ejemplo, sentirse de clase media cuando las medias estadísticas indicaban que apenas tenían ingresos. El optimismo temerario quizás define el auge japonés.