Rincón cultural

Taller de Lectores y Escritores

TALLER DE ESCRITORES Y LECTORES

 

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El punto de vista narrativo

 

El punto de vista, en narrativa, es la perspectiva con la que se nos cuenta la historia: desde qué posición, a qué distancia y con qué nivel de conocimiento se narran los hechos que conforman la ficción.

El punto de vista viene condicionado en buena medida por el narrador que el autor ha elegido para contar la historia. Si el narrador es uno de los personajes, el punto de vista de la narración será el de ese personaje, es decir, el personaje explicará la historia tal como la vivió. Podremos maniobrar un poco haciendo que narre los hechos desde un futuro más o menos remoto o a la vez que tienen lugar, pero, en cualquier caso, el personaje no podrá contar nada de lo que no tenga conocimiento.

Por ejemplo, en la novela El nombre de la rosa, de Umberto Eco, la historia nos la cuenta, siendo ya anciano, el joven monje coprotagonista. El punto de vista de esta narración es, por lo tanto, el de alguien que explica con sabiduría unos sucesos que vivió de joven.

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Si, en cambio, empleamos un narrador que no sea un personaje, su punto de vista ya no tendrá esta limitación, y podremos hacer que cuente la historia adoptando el de un personaje, el de otro, el de varios a la vez, el de ninguno...

Lo veremos claro con un ejemplo: en La metamorfosis, de Franz Kafka, el narrador es externo, es decir, no es ninguno de los personajes, pero su punto de vista es, aproximadamente, el del protagonista, Gregorio Samsa:

Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.

«¿Qué me ha ocurrido?», pensó.

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Aquí, el narrador está "situado" en la misma posición que el protagonista, en su dormitorio, y narra lo que éste ve y lo que piensa: al levantar la cabeza se ve el vientre abombado y las patas, y entonces piensa qué le habrá sucedido. El punto de vista es el del protagonista, por más que no sea él quien narre.

Pero el punto de vista podría haber sido otro, sin variar el narrador. Por ejemplo, los hechos podrían haber estado narrados por la misma voz externa a la historia pero con el punto de vista del padre del protagonista, que vive en la misma casa:

Aquella mañana, mientras desayunaba, el Sr. Samsa oyó unos extraños ruidos provenientes del dormitorio de su hijo. Al llamar a la puerta y no obtener respuesta, pensó que algo raro le debía haber sucedido y decidió abrir la puerta

Podríamos hacer también que el narrador fuese adoptando puntos de vista distintos, primero uno, luego otro, y así poder comunicar los pensamientos de más de un personaje. El narrador sería el mismo a lo largo de toda la narración, pero su punto de vista iría cambiando (por ejemplo, de un capítulo a otro).

El narrador podría también adoptar un punto de vista impersonal, no asociado a ningún personaje, y limitarse a describir la acción de manera objetiva, sin comunicar en ningún momento los pensamientos de los personajes; algo así como si fuese una cámara de cine que tomase planos de la acción y la describiese con palabras:

Son las siete de la mañana, y en la casa de los Samsa todo está tranquilo: el Sr. Samsa está desayunando y la Sra. Samsa está poniendo una olla al fuego. De repente, se oye un grito. El Sr. Samsa se levanta extrañado y se dirige a...

La escaleta

La escaleta es un texto intermedio entre la sinopsis y la redacción definitiva de una novela o guion. Se trata de un resumen de la historia en el que el argumento aparece ya detallado y dividido en bloques de información que pueden convertirse luego en los capítulos o escenas de la obra.

La escaleta resulta útil en el sentido de que le permite al autor asegurarse de que toda la información que tenga que dar a lo largo de la narración efectivamente la dé. Por ejemplo, si queremos escribir una historia de detectives, podemos haber indicado en la escaleta qué pistas irá encontrando el protagonista y a qué altura de la historia encontrará cada una.

La escaleta también nos permite maniobrar fácilmente con el argumento de cara a buscar una buena progresión del conflicto: por ejemplo, podemos usarla para comprobar cómo quedaría la narración quitando o añadiendo escenas o cambiándolas de lugar.

Podemos incluso hacer servir la escaleta para comprobar cómo quedaría contar la historia en un orden distinto al cronológico: por ejemplo, podemos situar al inicio de la escaleta varios bloques de la mitad de la historia y observar qué efecto produciría narrar de esta manera.

La escaleta, al igual que la sinopsis, se escribe de manera funcional: con los verbos en presente, sin adornos literarios y sin incluir descripciones ni diálogos.

Un ejemplo de texto de escaleta sería el siguiente. Si tenemos una sinopsis que empieza así:

Esteban es un funcionario que vive en Terrassa. Un día, al salir del trabajo, es secuestrado por error por el Frente de Liberación del Valle de Arán. Es llevado a un pueblo abandonado de los Pirineos y encerrado en el sótano de una casa en ruinas. Allí se le informa de esto: morirá en dos días si nadie paga el rescate: diez millones de euros en metálico.


... entonces el texto correspondiente de la escaleta podría ser:

1. Esteban en el depósito de la grúa municipal donde trabaja. Mientras toma café con sus compañeros, les muestra un invento que ha hecho en casa con una lata de Coca-cola.

2. Esteban sale de trabajar, ya de noche. Unos encapuchados salen de una furgoneta y se abalanzan sobre él, pero resbalan en una mancha de grasa que hay en el suelo. Esteban, asustadísimo, echa a correr pidiendo auxilio, pero los encapuchados le alcanzan, le dejan inconsciente y se lo llevan.

3. Esteban despierta (le despiertan, tirándole encima el agua de un cubo) en una habitación de paredes de piedra y sin ventanas. Tres hombres le obligan a leer un mensaje en el que se pide que paguen su rescate, mientras lo graban con un teléfono móvil. Luego le dejan solo en la habitación, tras pegarle dos puñetazos en el estómago.

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In medias res

Esta técnica narrativa consiste en empezar a explicar una historia no por su planteamiento, sino ya metidos en el desarrollo del conflicto.

In medias res (latín: ‘hacia la mitad de las cosas’) es una técnica literaria donde la narración comienza en mitad de la historia, en vez de en el comienzo de la misma (ab ovo o ab initio). Los protagonistas, lugares y la trama son descritos a través de retrospecciones. Ejemplos de esta técnica son la Eneida de Virgilio, o la Ilíada y la Odisea de Homero. La Eneida empieza cuando Juno intenta impedir que Eneas llegue a Italia por medio de la ayuda de Eolo (el dios de los vientos).

Entonces Eneas y sus compañeros llegan a Líbia, en la cual reina Dido. Eneas y Dido se enamorarán y en un encuentro Dido le pregunta sobre lo que le ha pasado anteriormente, como ha llegado hasta allí. Así es como Eneas se remonta en el pasado y cuenta la toma de Troya y su partida desde allí.

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En el caso de la Ilíada, la historia comienza con la disputa entre Agamenon y Aquiles. Y, finalmente, la Odisea empieza contando lo que pasa en Ítaca mientras Ulises no está.

Los términos in medias res y ab ovo (este último literalmente significa ‘desde el huevo’) siguen ambos las denominaciones usadas en Ars Pœtica de Horacio, donde «desde el huevo» hace alusión a Helena de Troya, nacida de uno de los dos huevos que puso Leda.

La técnica de los diálogos (I)

En narrativa, conviene escribir los diálogos de manera que el lector sepa en cada momento qué personaje está hablando. Para dejar claro qué personaje interviene en cada párrafo disponemos de varios medios.

Los diálogos es uno de los recursos narrativos que más cuesta dominar. A continuación damos algunos consejos que te ayudarán a hacer hablar a tus personajes de manera correcta:

1 ) La voz del personaje debe ser la suya, no la tuya.

La voz con la que hable un personaje deberá ser la suya propia, y no la del escritor. Así, si el personaje que habla es un niño, deberá expresarse como lo hacen los niños, con frases sencillas y mostrando una cierta inocencia. En cambio, si el personaje es, por ejemplo, un pirata curtido, se expresará de una manera muy distinta:

—No, yo no —dijo Silver—. Flint era el capitán; yo era solamente su cabo, ¡qué podía ser con mi pata de palo! El mismo cañonazo que dejó ciego a Pew se llevó mi pierna. Fue un excelente cirujano el que terminó de cortármela, sí, con título y todo, y sabía hasta latín... Aunque eso no le salvó de que lo colgaran como a un perro y lo dejaran secándose al sol, como a todos los demás, en Corso Castle. La gente de Roberts... Todo les vino por mudarles los nombres a sus barcos, cuando les pusieron Royal Fortune y otros nombres así. Como si se pudiera cambiar el nombre de un barco.

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2 ) El personaje debe hablar según la situación en la que se encuentre

Las voces de los personajes no sólo deberán ser distintas entre ellas, sino que un mismo personaje deberá expresarse de manera diferente según la situación en la que se encuentre en el momento de hablar. Así, si está cenando tranquilamente en un restaurante, podrá hablar con calma, dar detalles, aclarar... En cambio, si está en medio de una batalla, no tendrá tiempo para explicaciones, y deberá limitarse a dar indicaciones rápidas a sus compañeros.

—¡Salgamos, muchachos! ¡Fuera todos! —gritó el capitán—. ¡Vamos a luchar a campo abierto! ¡Los machetes!

3 ) El personaje debe hablar según el interlocutor al que se dirige.

También deberás tener en cuenta la audiencia. Si el personaje le está hablando a un amigo, su tono será relajado. Si se dirige a un superior, se expresará de manera formal. Y si le habla a un niño, su forma de expresarse será otra.

—Y ahora, señor —continuó el doctor—, puesto que no ignoro su desagradable presencia en mi distrito, podéis estar seguro de que no he de perderos de vista. No sólo soy médico, también soy juez, y, si llega a mis oídos la más mínima queja sobre vuestra conducta, aunque sólo fuera por una insolencia como la de esta noche, tomaré las medidas para que os detengan y expulsen de estas tierras. Basta.

4) Los personajes nunca deben informar directamente al lector de algo. Sus palabras deben salir de ellos mismos, es decir, estar motivadas por una necesidad de comunicar algo a sus interlocutores en la ficción, y no hablar para que el lector sepa aquello que necesita saber. El autor debe hacer decir a los personajes lo necesario para que el lector pueda seguir el desarrollo de la historia, pero debe hacérselo decir de manera que no parezca forzado.

—¡Cuándo! ¡Por todos los temporales! —gritó Silver—. Bien, pues, si quieres saberlo, te lo voy a decir. Será lo más tarde que pueda. Entonces será el momento. Tenemos a un marino de primera, al capitán Smollett, que está gobernando y bien nuestro barco; están el hacendado y el doctor, que guardan el plano... ¿sabemos acaso dónde lo esconden? No lo sabemos ni tú ni yo. Así que pienso que lo mejor es dejar que el hacendado y el doctor encuentren el tesoro para nosotros, y cuando ya lo tengamos a bordo, ¡por todos los diablos!, entonces ya veremos. Si yo tuviera confianza suficiente en vosotros, malas bestias, dejaría que el capitán Smollett nos llevara hasta medio camino de regreso, antes de dar el golpe

Los textos pertenecen a la La isla del tesoro, de Robert L. Stevenson

La técnica de los diálogos (II)

En narrativa es fundamental escribir los diálogos de manera que el lector tenga claro en todo momento qué personaje está hablando.

Cuando el diálogo está escrito en estilo directo, en cada párrafo habla un personaje distinto. Para informar de qué personaje habla en cada párrafo disponemos de varios métodos.

Lo más habitual es indicarlo mediante un inciso de cita, de la siguiente manera:

—No digo yo menos —respondió don Quijote—, pero en esto de ayudarme contra caballeros has de tener a raya tus naturales ímpetus.

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En este caso, el inciso de cita, "respondió don Quijote", deja claro que quien habla es don Quijote. El inciso de cita conviene ponerlo siempre cerca del inicio del párrafo para evitar que, si el párrafo es largo, el lector se encuentre leyendo líneas y líneas de parlamento de un personaje sin tener aún claro quién habla.

Otra opción que tenemos es indicarlo en el párrafo previo:

Apenas los divisó don Quijote [...] se puso en la mitad del camino por donde los frailes venían, y, en llegando tan cerca que a él le pareció que le podrían oír lo que dijese, en alta voz dijo:

—Gente endiablada y descomunal, dejad luego al punto las altas princesas que en ese coche llevais forzadas; si no, aparejaos a recebir presta muerte, por justo castigo de vuestras malas obras.


Las palabras del primer párrafo dejan claro quién habla: nuestro amigo don Quijote.

Otra opción de la que disponemos, algo menos intuitiva, es indicarlo mediante un vocativo:

—Calla, amigo Sancho, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza.

Los vocativos son aquellas expresiones que empleamos para nombrar a la persona a la que nos dirigimos. En este caso, el vocativo es "amigo Sancho". Como el personaje que habla aquí se dirige a Sancho, y además le trata de amigo, deducimos que quien le habla es su compañero de aventuras, don Quijote, sin necesidad de que nos lo indiquen con un inciso de cita o en el párrafo previo.

Disponemos, aún, de una cuarta opción:

—La vuestra fermosura, señora mía, puede facer de su persona lo que más le viniere en talante, porque ya la soberbia de vuestros robadores yace por el suelo, derribada por este mi fuerte brazo; y porque no penséis por saber el nombre de vuestro libertador, sabed...

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Si hemos asignado a nuestro personaje una voz característica, bastará "oír" lo que diga para saber que está hablando él. En este caso, queda más o menos claro, por la forma caballeresca de hablar, que quien interviene aquí es, de nuevo, nuestro querido don Quijote:

... que yo me llamo don Quijote de la Mancha, caballero andante y aventurero, y cautivo de la sin par y hermosa doña Dulcinea del Toboso; y, en pago del beneficio que de mí habéis recibido, no quiero otra cosa sino que volváis al Toboso, y que de mi parte os presentéis ante esta señora y le digáis lo que por vuestra libertad he fecho.



Todos los textos pertenecen a El ingenioso hidalgo don Quijote

Pleonasmo

El pleonasmo es un recurso literario que consiste en situar en una misma expresión dos conceptos de igual significado.

También llamado redundancia, es una figura retórica que consiste en la adición de palabras que no son necesarias en una frase, pues su significado ya está explícita o implícitamente incluido en ella. Se puede considerar lo opuesto de la elipsis.

Al pleonasmo se lo trata bien como vicio del lenguaje, cuando se debe a una redacción incorrecta, bien como una figura retórica, cuando es un efecto intencionado. Por tanto, no es un fenómeno necesariamente censurable, ya que puede servir para dar fuerza a la expresión.

Lo vi con mis propios ojos.

Entrégale inmediatamente esta carta en sus propias manos.

¿Cómo estáis vosotros?

Yo mismo estuve presente.

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La sinopsis


Una sinopsis es un texto en el que se resume el contenido de una obra. La palabra 'sinopsis' proviene del griego y significa 'con la vista'. Una sinopsis permite saber de un vistazo cuál es la historia que se cuenta en una novela, relato, película o cualquier otro tipo de narración, esto es, quién es el protagonista, quiénes son los otros personajes importantes, qué sucesos tienen lugar y dónde y cuándo transcurren.

Una sinopsis se escribe de manera funcional, práctica, concisa, no literaria, con los verbos en presente y mostrando los hechos en orden cronológico. Es un mero resumen de la acción, y no debe incluir descripciones ni diálogos ni hacer referencia a técnicas narrativas (narrador, punto de vista, estructura...) ni al estilo o tono empleados en la narración.

Aunque la extensión de una sinopsis puede variar, el resumen no suele ocupar más de una página. Aquí tienes, como ejemplo, la sinopsis de una novela (y película) conocida:

 

Sinopsis de la película

Título original:          Atlas de geografía humana

Año:                           2007

Duración:                  106 min.

País:                           España

Directora:                  Azucena Rodríguez

Guión:                        Azucena Rodríguez, Nicolás Saad (Basada en la novela de     Almudena Grandes)

Música:                      Luis Mendo, Bernardo Fuster

Fotografía:                Xavier Gil

Reparto:                    Cuca Escribano, Montse Germán, María Bouzas, Rosa Vila, David Selvas, Nacho Fresneda, Boris Ruiz, Anna Barrachina, Agustí Villaronga, Carla Campra, Diana Gómez

Productora:               Tornasol Films / Messidor Films / Milou Films

Género:                     Drama

Sinopsis:                   Fran, Rosa, Ana y Marisa trabajan en el Departamento de Obras de Consulta de un grupo editorial. Su trabajo consiste en elaborar un Atlas de Geografía que se venderá en fascículos. En ese tiempo surgen algunos problemas propios del trabajo en equipo, pero lo que verdaderamente importa es que las cuatro, cada una a su manera y en circunstancias muy distintas, están redefiniendo sus vidas.

Sinopsis de la novela

 

Cuatro años le llevó a Almudena Grandes escribir su cuarta novela en la que cuatro mujeres cuentan en primera persona su propia historia en un tiempo de confusión ideológica y crisis generacional. Un tiempo que, sin duda, ni ellas mismas, ni los lectores atrapados en las redes de la novela, podrán olvidar. Por su enérgica plenitud, por el absoluto control del lenguaje y la estructura novelesca, Atlas de geografía humana supone la definitiva consagración de una escritora que, un libro tras otro, nunca ha dejado de sorprendernos.

En el Departamento de Obras de consulta de un gran grupo editorial, cuatro mujeres trabajan en la confección de un atlas de geografía en fascículos. Reunidas por azar en ese proyecto, y muy distintas entre sí, todas comparten, sin embargo, una edad decisiva, en la que el peso de la memoria matiza ya la conciencia del tiempo y de la Historia.

Mientras investigan, buscan materiales y fijan datos, Ana, Rosa, Marisa y Fran se encuentran en ese punto de inflexión de la vida en que no pueden aplazar más la necesidad de encararse de una vez consigo mismas, despejar dudas, deseos y contradicciones ya insostenibles para situarse ellas mismas en su propia geografía, en su propio atlas. Así, iremos descubriéndolo todo sobre cada una de ellas y sobre el mundo que las rodea, que no es otro que el de toda una generación: su soledad, sus inhibiciones, sus sueños truncados, sus decepciones, pero también sus pasiones y sus amores inconfesados, su dureza y su ternura, sus derrotas y sus grandes conquistas.

Almudena Grandes consigue aquí la difícil y delicada tarea de tramar, mediante la «pequeña historia» de cuatro mujeres, un gran fresco lleno de resonancias que configuran exactamente lo que sugiere el título: un Atlas de geografía humana.

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La sinopsis es muy útil, si no imprescindible, para el autor de la obra: le permite manejar la historia que pretende escribir sin tener que vérselas aún con el grueso de la narración.


También es útil para la persona que tiene que juzgar una obra (por ejemplo, para publicarla o producirla, o para seleccionarla para un premio o subvención). Le permite saber, sin necesidad de leer toda la novela o ver toda la película, cuál es la historia que cuenta y qué puede esperar de ella.


En una sinopsis se ha de contar toda la historia, incluido el desenlace. Hay otro tipo de sinopsis, las que aparecen en las contraportadas de los libros y películas, en el que, por razones obvias, no se cuenta el final de la historia (la narración perdería su interés). Estas sinopsis de contraportada se escriben de manera característica: para atraer al lector o espectador y generar expectativa.

Así, a menudo incluyen preguntas como “¿Qué harías si te buscase la mafia?” o expresiones como “Tomás no imagina lo que el destino le tiene reservado”. Se limitan, por lo general, a ser un resumen del planteamiento o primer tercio de la historia.